14 de mayo de 2024

Resistir.

Sacrificar al PSC y a su líder por asegurar la legislatura española sería un error monumental que arruinaría el futuro de los socialistas en Cataluña

La estrategia de Pedro Sánchez con Cataluña ha estado y está sometida a críticas feroces porque sus gestos y sus iniciativas son objetivamente discutibles y han provocado una apasionada fractura de nuestra opinión pública. Los indultos en su día, la reforma del Código Penal atenuando los tipos delictivos asociados al 'procés' y finalmente la amnistía, negociada a la par que la investidura, ni fueron ni son actos banales. Por el contrario, están cargados de significados políticos muy controvertidos y excepcionales y no han contado con los consensos exigibles para ese tipo de medidas. El presidente y su Gobierno los justificaron como necesarios para abordar el diálogo en Cataluña sobre bases menos crispadas y menos agraviadas.

Las elecciones del domingo fueron un plebiscito en cuanto a la opinión de los catalanes sobre esas medidas y son un buen observatorio sobre su idoneidad en relación con nuestro problema catalán. De ellas se extraen tres importantes conclusiones:

Primera: El PSC y el PSOE ven ratificada su estrategia en Cataluña con una victoria electoral no por esperada menos importante y significativa. Los catalanes querían esos gestos y esas iniciativas y han premiado con un respaldo electoral crecido a quienes las han protagonizado.

Segunda: La suma de los diputados independentistas ha perdido la mayoría absoluta por primera vez (61 diputados) y el voto nacionalista no supera el 43%.

Tercera: La vía de la unilateralidad y de la radicalidad independentista está derrotada.Todo hace presumir que se iniciará una nueva fase de diálogo y pacto en el seno de la sociedad catalana, para plantear, después, sus propuestas, a partir de una negociación seria y colaborativa entre Cataluña y el Estado.

La pregunta que surge, pues, para quienes creemos que el tema catalán es el más serio e importante problema de España, es: ¿qué habría sucedido si la política aplicada durante estos últimos años hubiera sido otra? ¿Habríamos obtenido estas tres conclusiones si no hubiéramos hecho estas concesiones en términos de serenar y amortiguar la efervescencia sentimental de Cataluña? No es difícil concluir, por tanto, en el éxito político en Cataluña de una estrategia arriesgada y controvertida, que ha situado el tema catalán en otra fase y que presenta, por ello, nuevas perspectivas.

Pero la vida sigue. Que se inicie un tiempo nuevo no significa que el contencioso catalán esté resuelto, sino que ahora hay que aplicarse en las consecuencias de este nuevo mapa electoral. Me cuentan fuentes próximas a Puigdemont que él reitera, a quien le quiere oír, que Sánchez no ganó las elecciones del 23 de junio de 2023 y, sin embargo, es presidente. Igualmente repite que Collboni no ganó las elecciones municipales de Barcelona y, sin embargo, es alcalde. ¿Por qué no puedo ser yo entonces president,aunque Junts no sea primera fuerza? Obviamente pretenderá decirle a Sánchez que su legislatura depende de que sacrifique a Illa y haga presidente a Puigdemont. Ese será el nuevo precio de sus siete votos para sostener el Ejecutivo de Sánchez. De hecho, sus declaraciones en la noche electoral fueron muy elocuentes hablando en este sentido al recordar cómo gobierna Sánchez y al reclamar la unidad con Esquerra para que sean 15 (siete de Junts y ocho de ERC) los diputados en el Congreso que amenacen a Sánchez con retirarle su apoyo si no facilita su investidura.

Esquerra se negará a un Gobierno de izquierdas en Cataluña presidido por Illa y así se manifestó Aragonès al anunciar su pase a la oposición. Tentados por Puigdemont para presionar a Sánchez, puede que ambos reiteren sus condiciones maximalistas: referéndum y concierto económico (ahora lo llaman financiación singular) para Cataluña.

Es muy pronto para pronunciarse y es muy fácil hacerlo desde esta ventana, pero creo que debemos negarnos a estas exigencias. Sacrificar al PSC y a su líder por asegurar la legislatura española sería un error monumental y arruinaría las expectativas socialistas en Cataluña por mucho tiempo. Materializar las exigencias inconstitucionales del nacionalismo catalán (referéndum y concierto) a cambio de estabilizar la gobernación española sería suicida para el socialismo español y llevaría al país a un escenario político y territorial insostenible.

Al presidente del Gobierno le acompaña, con todo merecimiento, la aureola de ser un líder resistente frente a presiones y poderes supuestamente superiores. El desenlace de su pausa personal también responde a esas cualidades. Pues bien, es hora de resistir y no ceder a las pretensiones de los perdedores electorales y a sus exigencias inconstitucionales. Si el desenlace de este pulso son nuevas elecciones en Cataluña, con más razón las volverá a ganar el vencedor del domingo. Y si ese mismo pulso cuestiona la legislatura española, con las mismas razones saldremos reforzados de unas nuevas elecciones generales.

Publicado en el Correo, 14-5-2024

18 de abril de 2024

La explicación a lo de Bildu: posmemoria y moderación.

Estas dos palabras, posmemoria y moderación, pueden ayudarnos a explicar los sondeos vascos que otorgan a Bildu una posible victoria y a los partidos nacionalistas, una abrumadora mayoría.

Una de las cosas que menos se entiende fuera de Euskadi es la voluntad consciente de gran parte de la sociedad vasca de pasar página del terrorismo, de olvidar el pasado, de perdonarlo todo, de superar aquellos trágicos años. Es, en parte, un sentimiento comprensible. Algo así como un deseo de superación y de mirar el futuro sin esa hipoteca que grava y ensucia el presente. Pero es también la constatación de una sociedad que huye de las enormes responsabilidades con las que nos golpea la memoria. De manera que, sí, los jóvenes no saben y los mayores no quieren…. recordar. Es más, no solo no les castigan por su horrible pasado, sino que muchos les premian por su apuesta definitiva por la política.

Otro de los factores que explican su crecimiento es la fuga de votos del actual desastre Podemos-Sumar, que van a Bildu casi en su totalidad. Conviene recordar que Podemos tuvo 11 diputados en las elecciones del 2016, tercera fuerza, y Bildu paso de 21 a 18 diputados. Hoy, Podemos tiene 6 diputados y puede quedarse en 0. También importa, y mucho, el desgaste del PNV por la deficiente gestión del servicio público de la sanidad (Osakidetza). La ciudadanía vasca no entiende que, con una financiación propia muy superior a otras comunidades, la que fue joya de la corona de sus servicios públicos esté prestando tan deficiente servicio. Por último, gran parte del sufragio joven, que vota por primera vez, lo hace a Bildu. Es como el voto del cambio, pero en casa. Bildu, consciente de estas procedencias electorales, ha envuelto su programa y su campaña en el celofán de un tacticismo pragmático y de una moderación identitaria. La palabra independencia ha desaparecido de sus discursos y el pragmatismo identitario lo concretan en la necesidad de un nuevo «estatus», más cercano al modelo confederal que a un proyecto independentista. ¿Por qué esa moderación identitaria? Porque saben que las pulsiones independentistas se han reducido considerablemente desde que la violencia no tensa esa delicada fibra del cuerpo social vasco. Y porque los vascos son conscientes de que ninguna ensoñación milenarista puede proporcionarnos ni mayor ni mejor bienestar.

De manera que el nuevo Parlamento Vasco puede acercar al nacionalismo (PNV+ Bildu) a un 70 % del voto. Pero eso no significa otra cosa que una abrumadora mayoría de fuerzas locales en unas elecciones autonómicas, que cambiará drásticamente en las próximas elecciones generales. Una mayoría más simbólica que otra cosa, porque ellos saben muy bien que si fuerzan su proyecto soberanista y tensan a la ciudadanía con la ruptura con España, la mitad de su electorado les abandona.

Dos apuntes más:

1.- El PNV se ha equivocado haciendo un cambio que quería generacional, al mismo tiempo que reivindica la experiencia y la fiabilidad del lendakari postergado. Operación errónea.

2.- Finalmente, nada cambiará. El PSE hará mayoría con el PNV y la estabilidad y la pluralidad de ese Gobierno continuarán. Los demás no cuentan.

Publicado en La voz de Galicia y La voz de Asturias, 18/04/2024

9 de abril de 2024

Líder a su pesar.

En su madurez personal y profesional, no creo que José Antonio Ardanza pensara en hacer carrera política en su partido o en dirigir la máxima institución política de su país. Su acceso a la Alcaldía de Mondragón en 1979 fue la consecuencia de un compromiso político con su partido y fue, seguro, un acto de responsabilidad para con su pueblo, cargado de emoción democrática, pero también de renuncias familiares y profesionales.

Aquellos años fueron especialmente singulares en nuestra historia democrática. Una violencia masiva y enloquecida (casi cien asesinatos cada año, atentados día sí y día también ) y un espíritu colectivo de lucha y esfuerzo por hacer florecer un camino hacia la democracia y el autogobierno ,lleno de incertidumbres y de miedos.
No conocí a Ardanza hasta que llegó a Gipuzkoa (1983) como diputado general, pero siempre le tributé mi reconocimiento como miembro de aquella generación que construyó la Euskadi democrática y autonómica que tenemos hoy.
Llegó a líder sin pretenderlo. Apareció como la solución a la grave crisis surgida entre Garaikoetxea y el PNV y le hicieron líder a su pesar. No fue ni fácil, ni cómodo para el, gestionar la escisión del partido y gobernar con un grupo parlamentario dividido. Pero Ardanza tuvo que hacerlo, soportando muchas y graves situaciones institucionales, aquellos años.

Cuando el PSE ganó las elecciones de 1986,con 19 diputados y el PNV con 17, Ardanza se retiró de las negociaciones, dejando a Txiki Benegas intentar un tripartito con EA y con EE , que nunca llegó a nacer. Fueron tres meses angustiosos y cuando llegamos a la conclusión de su inviabilidad ,me encargaron contactar con Ardanza para ver si era posible una coalición con el PNV. Ardanza me envió a Juan Ramón Guevara y allí empezó todo. Todo fue una coalición que acabó durando once años, hasta 1998, con la interrupción de 1990, de un gobierno PNV-EA-EE, que duró nueve meses.

Hicimos lehendakari a Ardanza para dar un giro copernicano a la lucha por la paz y al combate a la violencia y Ardanza se convirtió en líder, desde el nacionalismo y desde el Gobierno vasco ,de una sociedad vasca movilizada contra el terrorismo. El nacionalismo vasco que él representaba, se puso al frente de la unidad democratica, que tanta falta hacia en esa lucha. Fue el pacto de Ajuria Enea que Ardanza y su equipo lograron en enero de 1988.
No olvidaré aquella simple frase que él pronunció con pleno convencimiento y máxima solemnidad: «No nos separan solo los medios, también los fines». Allí también empezó todo.

Y digo todo, porque soy de los que creen que el pacto de Ajuria Enea fue un punto de inflexión definitivo en la derrota del terrorismo. El final tardó mucho todavía, pero sin él no habríamos llegado.

En 1998, en los prolegómenos del Pacto de Estella, Ardanza estaba en el hospital y me llamó pocos días después de que el Partido Socialista y el Partido Popular abandonaran el Pacto de Ajuria Enea. Me acuerdo muy bien de sus palabras: «Ramón, si yo no estuviera hospitalizado y tú estuvieras dirigiendo el PSE-EE, esta ruptura, no se habría producido». Voluntariosas palabras, sin duda, porque las cosas iban por otro lado, como bien sabemos.

Tuve una relación con él competitiva y tensa, a veces, sobre todo al principio, pero respetuosa y leal siempre. Amigable al final. En mi partido me censuraban por ceder demasiado, pero haciendo balance, mi convicción es que mereció la pena. Hicimos cosas juntos que cambiaron a Euskadi. La reconversión industrial, la diversificación tecnológica, las comunicaciones, las grandes inversiones de infraestructuras, los grandes servicios públicos... La Euskadi moderna se empezó a construir en aquella Euskadi que hicimos juntos.

Fue líder a su pesar, pero lo fue.

Goian bego, José Antonio .

Publicado en el Correo, 9/04/2024